PEQUEÑOS IMBÉCIL

Soy animal salvaje,
que nadie amaestra.

Ojalá te des cuenta
de lo imbécil que has sido,
dejándome marchar.

Tú no arruinarás mi vida,
no eres ya el hombre de mi deseo.

No podré decir jamás
que algo bueno dejaste en mi recuerdo,
no perderé mis horas en ti.

Arderás en el infierno
el fuego no es solo para el diablo,
también para egocéntricos como tú.

Aquí no hubo un siempre, hubo
un hasta nunca y me voy
porque ahora sé, que me has
hecho peor persona.

Lágrimas de sal caen
por la cara, haciendo ríos
de amargura.

Mil adioses que te dé
no serán suficientes;
para expresar lo que mi
corazón escribe en mi alma.

En esta noche de angustia
busco un rastro de lo que tuvimos,
pero solo hay besos solitarios,
besos malditos, no dados.

Ojalá un día mires tu cama vacía
y pienses en lo oscura que es ahora,
que no estoy en ti.

Me arrancaré hasta
los pensamientos,
para olvidarte, no recordaré
que estuviste en mí.

Ojalá te des cuenta
lo triste que es tu vida
sin mí, ojalá
llores lágrimas de sangre
que nadie limpiara.

Un día, pasados los meses,
paseando por la calle Zacatin
quizás un recuerdo lejano
venga a mí.
Y sabré que nunca fui ni seré de ti.

Un rayo de sol se cuela
en la calle iluminando
la sonrisa que por fin llevo.

Una gitana con un hermoso clavel
me ofrece romero, lo huelo
un suspiro de amor por mi ciudad
llena mi corazón y sé que estoy en casa;
en mi hogar, que la vida comienza
de nuevo.

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María.

9 comentarios en “PEQUEÑOS IMBÉCIL

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