POESÍA JAPONESA (詩歌) — JISEI: UN POEMA DE DESPEDIDA (辞世の句 )

Escribir poemas en el umbral de la muerte es una costumbre tradicional japonesa bastante habitual, aún en nuestros días. Este subgénero se llama: (辞世の句 jisei no ku)    (“poema de despedida de la vida”) y no tienen nada que ver con los testamentos ni con las “cartas de adiós” a los familiares ni con las declaraciones firmadas a los jueces que dejan los suicidas.

El primer jisei del que se tiene constancia es del poema del Príncipe Otsu, hijo del emperador japonés Tenmu Tennō, fallecido en el año 686. Este, acusado de traición por sus propios hermanos al supuestamente intentar hacerse con el poder tras la muerte de su padre, redactó un breve poema justo antes de ser ejecutado.

Basado en las ideas sobre la muerte difundidas por el sintoísmo y posteriormente por el budismo japonés el jisei se hizo frecuente entre las élites niponas. Está conformado por treinta y una moras (que en español asociaríamos con sílabas, sin ser exactamente lo mismo) ordenados en cinco versos con 5-7-5-7-7 moras respectivamente, aunque en ocasiones se puede ver simplificado en forma de haiku.

JISEI (辞世の句 )

No hay ya suspiros, 

se los llevó la tierra, 

lágrimas van: 

al río del silencio, 

donde fluya la muerte.

 

 

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12 comentarios en “POESÍA JAPONESA (詩歌) — JISEI: UN POEMA DE DESPEDIDA (辞世の句 )

  1. ¿No debe ser en ese preciso momento cuando nace lo mejor? Cercano el fin, cuando ya no hay futuro al que mirar y se agolpan los recuerdos, las vivencias y también todo lo que se quiso hacer y no se hizo.
    En esa hora, cuando la experiencia ya ha alcanzado el punto álgido y sobrevienen acaso las dudas sobre trascender o extinguirse.
    ¿No es entonces cuando se puede escribir la mejor obra?
    No sé por qué estigmatizamos la muerte, la rodeamos de tabúes y la asociamos solo con la pérdida. Porque puede crear. Su cercanía habrá sido, con seguridad, el motor de memorias, de grandes obras o de pequeñas y maravillosas creaciones. Como es el caso de estos poemas.
    No es difícil pensar que un escritor, o un poeta, quiera condensar todo su arte en las que sabe que serán sus últimas palabras.
    No soy necrofilo, para nada, pero me admiran algunos epitafios; es lo más interesante que tienen los cementerios: palabras. Palabras escritas por los que veían acercarse a la parca o por sus familias. Una frase que condensa y resume toda una vida, y que habla de ella mucho mejor que todo el aparataje con que vestimos nuestros despojos. Flores, mármoles, adornos y coronas, falso oropel o costumbre. O presunción. O estigma de fosa común. Pero esas palabras últimas, pese al negro de la decoración, están llenas de vida.
    Si, en los cementerios hay vida, si se sabe leer.
    Como hay vida en esos poemas, vida que se escapa, que se quiere retener con un relato póstumo. Vida que quizás se quiere entregar con gusto, como el regalo que se devuelve agradecido.
    ¿Por qué despiertan rechazó este tipo de obras, cuando puede que sean de las más valiosas?
    Gaulois, matemático francés, dedicó su última noche a condensar todo su saber, consciente de que no iba a sobrevivir al duelo que le esperaba al amanecer. Sus palabras y números fueron semilla para muchos descubrimientos.
    ¿Que trasciende de nosotros? ¿El alma? ¿El espíritu? Yo no lo sé, pero sé que he disfrutado del legado de los grandes creadores que tanto admiro, en la ciencia, el arte y la cultura. Y sé que posiblemente sus mejores palabras fueron las últimas.
    En esta sociedad tan moderna, tan igualitaria, no entiendo cómo seguimos cargando con tantos prejuicios con respecto a la muerte: es tan natural como la vida, y tan cierta como incierta si hora.
    Un abrazo, y perdona lo lúgubre del comentario. He escrito algunos obituarios en mi vida, y creo que son las mejores palabras que han salido de mi mano.

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    1. Para mi la muerte es algo natural, en Granada hay una parte del cementerio muy antigua, donde las tumbas cuentan historias, mausoleos maravillosos llenos de poemas, yo me sentaba a veces cuando íbamos en una tumba muy bien cuidada a descansar un poco de los tacones, yo siempre decía: vamos a sentarnos con Pepe y allí que unas fumaban un cigarrillo y otras hablábamos del susodicho por lo que tenía escrito en su lápida.
      Me gustan mucho los poemas japoneses dedicados a la muerte, eran algo muy especial en un momento que ellos sabían que les quedaba muy poco.
      Y eso de hacer obituarios?

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      1. Algunas personas queridas que se han ido y les he dedicado unas palabras, las familias me lo han agradecido mucho la verdad. Son cosas muy personales, esas no las puedo subir aquí.
        También he escrito discursos para bodas, tono radicalmente distinto. En uno de ellos el oficiante se descojonaba (lo leyó mi hijo, de diez).

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      2. En mi pueblo tenemos algo especial: durante muchos años las minas fueron propiedad de los ingleses, y nos dejaron cosas únicas: una iglesia anglicana, el único monumento en España a los caídos de la Primera Guerra Mundial, ser el primer lugar donde se jugo al fútbol, al tenis o al golf, y algo que no se enseña a los turistas: un pequeño y hermoso cementerio protestante. Creo que esta abandonado , no lo sé bien, hace muchos años que no voy, pero era una preciosidad. Era como un jardín con tumbas. De niños probábamos nuestro valor entrando allí, y a mí me gustaba ver aquellos nombres extraños, imaginar aquellas vidas, trastear todas esas piedras cargadas de memoria. Algún día le dedicare iba entrada, lo merece.

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      3. Siii, dedícasela, ea.
        Me encantaba en Baza y al cementerio, íbamos todos los primor, pero este cementerio da pavor, es un camino que va derechito a su puerta, no hay nada más, el cementerio es oscuro y feo, pero ese «miedo» nos gustaba, menuda adrenalina, ajajaja.

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  2. Conocía este tipo de poemas, aunque ignoraba el nombre. Se que en la época de los emperadores, cuando iban a ejecutar a alguien o le permitían realizarse el seppuku (harakiri) Sí era un señor o alguien importante, le daban tiempo a realizar un poema de despedida.
    Bonitas palabras que definen a una persona.
    Besos.

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    1. Es cierto, habitualmente los jisei los hacían los samurais.
      El seppuku era una ceremonia que duraba mucho tiempo, en ella acompañaban al samurai, la persona que realmente le iba a cortar el cuello, su familia si podía ser e incluso su señor.
      Les invitaba a té, y hacía el poema, después empezaba el ritual, se hacían amago de rajar, pero normalmente con esto ya estaba el honor recuperado, el elegido cortaba su cuello, para que no sufriera ni él ni su familia.
      Este poema de despedida luego se amplió a otras personas. Uno que me encanta es de: de Juan Pablo Vitali dedicado a Mishima muerto en 1970.
      Un abrazo enorme primor.

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