Tomé a sorbos tu alma,
bebí de un trago tu corazón,
y me sentí tan bien…
La libélula azul ilumina
mi camino, sabe que estoy bien,
miríadas de estrellas brillan
aromas de azahar envuelve
esa noche eterna.
¡Me siento tan bien!
Oh! Mi libertad, por fin…
Esa noche que ni sangre
te dejé.
Esa noche en que comencé,
besé las alas del tiempo,
que me llevaron lejos de ti.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Miguel de Cervantes